20 diciembre 2014

Rarezas con fortuna

Habían pasado cinco meses desde que volvimos de las Bahamas a Florida, y los últimos dos de esos cinco habían sido un torbellino de trabajo en el Taia (después de varios meses de vida a bordo, teníamos una lista extensa de arreglos y mejoras en el barco). Pero el viaje a Argentina y las interminables horas de trabajo en Jacksonville quedaban atrás. Estábamos dejando la comodidad de la marina para retomar la vida gitana, dictada por los vaivenes del clima y las mareas.

Algo nerviosos y sorprendidos por los nervios, tomamos la corriente del río Saint Johns hacia el ICW. El solsticio de invierno estaba cercano y los días eran cortos; no es recomendable transitar el ICW de noche, por lo que planeamos una navegación corta para el primer día. Los nervios se evaporaron apenas el Taia se separó del dock. Sentí que volvía a mi lugar, navegando un barco en el que tengo confianza ciega y con la proa apuntando hacia el mar.

Poco antes del anochecer, el Taia estaba anclado a escasas 25 millas náuticas de Jacksonville. Fue una noche de viento moderado y corriente pronunciada. El viento y la corriente hicieron que el barco diera varias vueltas alrededor del ancla durante la noche. Normalmente eso no es un problema, pero en ese rincón en el que anclamos, alguien dejó olvidado en el fondo alguna estructura metálica de tamaño considerable. La cadena del ancla se enrolló alrededor de algo, imposibilitando nuestra partida a la mañana siguiente. El agua en el ICW es marrón y no se veía absolutamente nada. Solo sabíamos que la cadena estaba enganchada a unos 10 metros de profundidad.

Pero el destino estaba a nuestro favor. Nuestro buen amigo Paul, de Jacksonville, es buzo y se dedica a hacer todo tipo de trabajos bajo el agua. Lo llamé, le expliqué la situación, y un par de horas más tarde estaba estudiando el problema conmigo sobre la cubierta del Taia. Intentamos un par de ideas desde cubierta y el gomón, pero nada funcionó. Entonces Paul se puso su equipo de buceo y se sumergió. Después de un rato Paul logró zafar la cadena de lo que la tenía presa. Sin la ayuda de Paul no hubiéramos podido desenganchar esa cadena. Fue un comienzo interesante para esta nueva etapa.
Tratando de desenganchar la cadena desde el gomón.

Paul listo para sumergirse y desenganchar la cadena. Hacía frio!
Los días de navegación en el ICW son aburridos. El motor rugiendo todo el día, zonas de poca profundidad, corrientes que parecen entorpecer más que ayudar, todos factores que me mantenían con la mirada en el clima buscando la oportunidad para salir al océano y recorrer mayor distancia a vela. El destino otra vez se puso del lado del Taia y depositó un sistema de alta presión que trajo vientos favorables del noroeste a lo largo de la costa de Florida, un evento sumamente raro para el mes de diciembre.

Después de solo 3 días de tedio en el ICW, salimos al Océano Atlántico a través de Ponce de León Inlet. Las 30 horas de navegación que siguieron fueron las mejores que hemos tenido en el Atlántico. Por primera vez icé el spinnaker en el océano, a donde normalmente las olas son demasiado grandes y hacen difícil controlar esa vela. Otra ventaja fue que nadie se mareó. Recorrimos 160 millas náuticas y llegamos a West Palm Beach al día siguiente, quedando perfectamente posicionados para cruzar la Corriente del Golfo y llegar a las Bahamas.
Con spinnaker y mayor en el Atlántico

Los días estaban frescos

El cruce de la Corriente fue más agitado. En contra de lo recomendable, decidí cruzar con viento de 10 a 15 nudos del norte. La Corriente fluye hacia el norte, y cuando el viento se le opone se forman olas relativamente grandes y muy cercanas una de la otra. Con el rumbo puesto derecho hacia el este, esas olas altas y juntas orientadas en el mismo sentido que el barco introducen un rolido incómodo. Fueron 8 horas de sacudones, aunque la velocidad fue buena. Para cuando nos acercamos al Banco de las Bahamas las olas se calmaron y el viento desapareció.
Justo antes de entrar al Banco de las Bahamas el viento murió
  Hace seis días estamos en las Bahamas, fondeados en Man-O-War, el cayo en el que los chicos fueron al colegio en febrero. Vamos a pasar la Navidad acá con amigos y después seguiremos navegando hacia el sur.
Aprovechando el nuevo topping lift para el tangón ahora podemos usar el spinnaker más y mejor

La temporada de recolección de caracolitos ha comenzado!
Todavía no he pescado nada con la nueva caña

2 comentarios:

  1. Hola navegantes, resumen de lo ya sabido, no por eso entretenido de leer!, Adelante camaradas, la vida es toda de uds!!!besos y bendiciones, Feliz Navidad!!

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  2. Genial el reporte!!! Gracias por compartir. Feliz navidad!!!!

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