27 febrero 2015

Imágenes indelebles

Hay recuerdos que no voy a borrar. A veces la vorágine de la rutina diaria nos enceguece y nos roba los detalles que, agregados de a cientos o miles, hacen nuestra felicidad. Ya sea viviendo en los suburbios o en el barco, quiero conservar esas imágenes intactas en mi memoria.

Parte de la rutina en el Taia es apilar a toda la familia en el gomón y aventurarnos en todo tipo de lugares: playas, corales, piedras, pueblos, ciudades, otros barcos, etc. Es el medio de transporte que nos permite acceso a agua y tierra; el vehículo familiar.

Ayer fuimos en el gomón desde Hansen Bay a Coral Bay, una distancia modesta de 2 millas, que normalmente cubriríamos en 10 o 15 minutos. Pero ayer fue distinto. El viento ha estado soplando entre 20 y 25 nudos del ESE y la bahía en la que estamos está expuesta a esa dirección. La ida fue divertida porque teníamos el viento y las olas en la popa. Hicimos la mitad de la distancia barrenando olas de 1.5 a 2 metros. Pero la vuelta fue más complicada, en contra del viento y las olas. Fue complicada para mí que tuve que poner atención para que el viaje no se convirtiera en una dada vuelta y los 4 termináramos en el agua con el gomón puesto de sombrero. Los chicos venían felices, completamente mojados y muertos de risa con toda el agua que volaba cada vez que chocábamos una ola.

Los chicos siempre van sentados en la proa del gomón. Ese es su lugar. A veces, cuando volvemos de una playa y tienen un poco de frío, se acurrucan en el piso y se envuelven con toallas. Otras veces vienen peleando por quién ocupa 1 milímetro más del asiento que comparten. Lo mejor es cuando señalan peces, tiburones, tortugas, o lo que sea que ven y les llama la atención. Yo observo todo sentado en la popa, con la mano en el acelerador del motor.

Cuando no hay olas y podemos ir rápido, veo esas dos espaldas vibrando mientras el gomón avanza, las manos de los chicos firmemente envueltas en las manijas, como aprendieron a hacer después de recibir incontables recordatorios de agarrarse bien. Y si no hay olas y no estoy yendo al máximo de velocidad, esas dos espaldas se tuercen, y sus voces reclaman ir más rápido. Y si el agua está particularmente planchada, se dan vuelta y piden que crucemos nuestra propia estela, solo por la diversión de sacudir el esqueleto.

Esa imagen, mis dos hijos sentados en el gomón, ambos dándome la espalda, la de ella normalmente erguida con corrección y pulcritud, la de él más curva y con los hombritos echados hacia adelante, esa imagen es mía y me la quedo. La comparto porque me hace feliz.
Sentados en el gomón, listos para explorar el mundo

21 febrero 2015

Y llegamos a Puerto Rico!

Después de unos pocos días en Luperón, el tiempo se prestó para ir a Puerto Rico. Navegamos una noche y un día hasta llegar al Pasaje Mona (entre República Dominicana y Puerto Rico), que nos esperaba sin olas y con un poco de viento. Este pasaje, muy conocido por los cruisers, puede ponerse bien complicado si las condiciones meteorológicas no son ideales.


Hola, Puerto Rico!!!

La primera parada en Puerto Rico fué Boquerón, donde hicimos aduana y migraciones por teléfono, gracias a unas tarjetas especiales que obtuvimos este año en EEUU y que nos sirven para cualquier territorio americano. Lamentablemente, también necesitábamos un permiso para navegar las aguas americanas (el viejo estaba vencido) y para eso tuvimos que encontrar un taxi e ir a la oficina de CBP y pagar en persona.

La costa sur de Puerto Rico la navegamos bien rápido. Paramos una noche en Puerto Patillas y dormimos bastante mal ya que el barco se movia mucho aunque estábamos anclados. La siguiente parada fue Fajardo, una ciudad grande a la que queríamos llegar por dos razones: para encontrarnos con unos amigos del Er y para visitar el único West Marine (un negocio náutico) en Puerto Rico y comprar algunos repuestos.

Así fué como el amigo del Er y su familia nos buscaron en Fajardo y nos llevaron a San Juan, mientras Paul se quedaba en el barco y disfrutaba del silencio. Pasamos 3 días en la capital de Puerto Rico. Caminamos mucho, comimos aún más y la pasamos bárbaro. El viejo San Juan, la segunda ciudad europea más antigua de América, está muy bien mantenida y es muy limpia. El Morro y el fuerte San Cristóbal son hermosos.

El Mati y Facu, solucionando los problemas del mundo en el Morro

San Juan viejo. Hermoso
Vista desde la catedral


Puerto Nuevo
Comiendo empanadillas en la playa

La siguiente parada fué la isla de Culebra, famosa por sus playas. Lamentablemente el clima no colaboró y llovió mucho. Al llegar a Culebra nos dimos cuenta que el hatch (ventana) de la cabina de los chicos había quedado mal cerrada y como habíamos tenido muchas olas, la cabina estaba empapada. Hubo que sacar colchones, sábanas, juguetes y libros y esperar a que salga el sol para que seque todo... De más está decir que ahora prestaremos más atención al estado de ese hatch.

Al día siguiente, después de lavar la ropa en la lavandería del pueblo, partimos para St. Thomas, una de las islas virgenes americanas. Aprovechamos que no había viento y, por ende, tampoco habia olas.

St. Thomas nos sorprendió porque es muy turística. Todos los días llegan uno, dos o tres cruceros con sus miles de turistas. El pueblo vive de eso y cuando uno camina sus calles, lo único que encuentra es negocio tras negocio para gastar plata. Esperábamos encontrar algun museo, pero el único que hay estaba cerrado por remodelaciones.

El martes 17 de Febrero nos despedimos de Paul, muy agradecidos por su visita y toda su ayuda. Los próximos días van a ser tranquilos, estamos todos cansados después de 3 semanas moviditas. También queremos ponernos al día con el cole.


Planeamos volver a Puerto Rico, visitar Culebra (con sol, si el tiempo nos acompaña) y Vieques.

Chau Bahamas

Finalmente llegó el día. Paul llegó a GeorgeTown el 27 de enero a las 2 pm y, junto con su ropa, trajo las condiciones de tiempo perfectas para que Taia llegara a Turks and Caicos. Así es que, sin un minuto para perder, nos fuimos los 5 al barco y emprendimos rumbo sureste.

Fueron dos noches y dos días y medio de navegación. La primer noche fué un poco incómoda porque las olas estaban grandes. La segunda noche fué perfecta y una de las mejores hasta ahora. Aprovechando que tenemos un tripulante extra al que le encantan las guardias nocturnas, yo decidí saltearmelas y dormir toda la noche. Qué placer!

Llegamos a Turks and Caicos el jueves 29 de Enero un poco después del mediodía, justo cuando el tiempo empezaba a desmejorase. El objetivo era pasar una noche allí, recargar las pilas y partir hacia República Dominicana al día siguiente. Después de una ducha bien merecida y una buena cena, todos nos fuimos a dormir temprano disfrutando del simple hecho de que la cama no se movía para lado y lado.

A la mañana siguiente partimos temprano. La navegación matutina fué tranquila, con la protección de Turks and Caicos en la espalda. El pronóstico anticipaba vientos tranquilos para el resto del día, pero el viento en vez de disminuir, aumentó. Y las olas rápidamente se pusieron incómodas. Con este movimiento constante, mi estómago dijo basta y así es que encontré a mi mejor amigo: el balde. Pasé toda la noche tirada en un colchón en el piso, donde el movimiento del barco se sentía menos, con el balde al lado mio por las dudas. Por suerte el resto de la tripulación estaba bien.

Y así llegamos a Luperón, República Dominicana el sábado 31 de Enero. Con mucho viento y muchas olas. Con lluvia y nubes bajas ocultando las montañas y vegetación dominicanas.
Viniendo de Las Bahamas, el contraste es inmediato. Enseguida se ven colinas y mucha vegetación. Ese mismo día lo conocimos a Papo, un dominicano que provee servicios con su lancha: agua potable, gas, diesel y hasta lavanderia!

Al dia siguiente empezó el proceso de hacer aduana y migraciones. Primero, tuvimos que esperar a que tres oficiales (muy informalmente vestidos) vinieran a Taia. Después de presentar los papeles del barco y pasaportes nos dieron el OK para ir al pueblo para terminar de legalizar nuestra estadía en República Dominicana. Ahi vimos a tres oficiales distintos, llenamos más papeles y pagamos. El lunes tuvimos que volver para ver a dos personas más y así terminar todo el proceso de aduana y migraciones.

Luperón es una ciudad chica y no muy turística. Se ve mucha basura y las propiedades, en general, no están bien mantenidas. Definitivamente no es lo que se ve cuando uno visita un complejo turistico!



Aprovechamos los días en Luperón para hacer escuela y varios proyectos en el barco. También fuimos a una playa. Un día contratamos una excursión para ir a Los 27 Charcos de Damajagua. Este parque tiene una colección de 27 cascadas por donde uno puede, después de caminar un buen rato, saltar o tirarse por la cascada. Pasamos unas 3 horas caminando por el bosque y rio y nos tiramos por 12 cascadas. Pasamos un día espectacular!




El Er fue el primero en tirarse :)

La Cami tirandonse por la cascada

Nos hubiera gustado mucho pasar más tiempo en República Dominicana y conocer más, pero tenemos que estar en St. Thomas a mediados de Febrero para que Paul tome su vuelo de regreso a EEUU.


Nuestro siguiente destino es Puerto Rico, donde planeamos parar un poco y conocer algo más.

05 febrero 2015

Nos vamos a Puerto Rico

Ya se nos acabó el tiempo en la República Dominicana. Nos perdimos de ver varias joyas, como Santo Domingo, pero necesitamos seguir moviéndonos hacia el este. Dentro de un rato levantamos ancla y deberíamos llegar a Boquerón, Puerto Rico, el sábado a la noche.

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