27 diciembre 2013

Listos para dejar Jacksonville

Hace 6 semanas que llegamos a Jacksonville, Florida. El propósito principal de esta estadía era comprar e instalar los paneles solares y el arco que los sostiene. Y llevar a los chicos a Disney, algo que teníamos prometido desde que empezamos a planear esta aventura.

El viaje a Disney estuvo buenísimo. Grandes y chicos divirtiéndose por igual.  También fuimos al Kennedy Space Center y vimos un Saturn V de las misiones Apollo y el Atlantis. Sin palabras. El esfuerzo y dedicación que llevó poner un hombre en la luna no deja de asombrarme aún después de tantos años.

Después de 5 días, volvimos a la marina y los proyectos de mantenimiento empezaron  mientras esperábamos que llegara el arco: cambiar el aceite a los dos motores, ecualizar las baterias, arreglar cosas, engrasar el inodoro, limpiar todos los filtros, etc. Todas cosas nuevas para nosotros.

Y después llegó al arco. Muchas horas de trabajo (generalmente en posiciones poco cómodas) y 6 días más tarde, el arco estuvo listo. Planear e instalar los paneles arriba del arco fué otra aventura. Mientras yo me ocupaba de los chicos, el cole, la comida, el super y la ropa, mi querido esposo trabajaba sin parar. Afortunadamente,  nuestros vecinos en la marina, Dena, Shari, Myron, Fred y Paul, nos ayudaron muchisimo. Prácticamente todos los días, mientras el Er trabajaba en cubierta, Fred y Myron terminaban subiendose a cubierta, ofrenciendo consejos y mano de obra. Qué gente tan amable!

Mañana ya nos vamos. Nuestra próxima parada es St. Augustine. Y de ahi seguiremos un poco más al sur, donde esperaremos que el clima esté favorable para cruzar a las Bahamas. Y, aunque ansiamos llegar a las aguas paradisíacas de las Bahamas y el Caribe, estamos felices de habernos quedado tanto tiempo en Jacksonville. El mejor recuerdo que nos llevamos es toda la gente maravillosa que conocimos acá.

Cami en Disney

Kennedy Space Center


El arco está instalado!

Terminando la instalación de los paneles solares.

Atrás de la marina hay una libreria de libros usados. El lugar es gigante! Más de 1.000.000 de libros. Fuimos y compramos varios. Acá la Cami se los está devorando a todos los libros!

Cena con Dena, Fred y Myron, celebrando el cumple de Nati.
Los chicos en un parque cerca de la marina.

Nuestro lugar en la marina por 6 semanas. Taia con sus paneles solares!

Santa vino al barco! Ese día Santa se olvidó de peinarse... ;)




30 noviembre 2013

Fotos de la primer travesía nocturna

Estas fotos ya son viejitas, de hace 3 semanas. Hay un video con delfines; disculpen la mala calidad de la filmación!


Recién levantada

Felicidad absoluta

Delfines!


Jugaron en la proa





Los chicos están jugando ajedrez muy bien


Nuestro primer atardecer en el mar.

Glorioso!

Pelícanos de a cientos en la costa de Georgia.

El capitán ocupado con la maniobra.


En la proa mirando delfines.






26 noviembre 2013

Tío Jorge

Gud lac ford iú. Eso decía la nota que me dieron mi tío Jorge y mi tía María Inés unos días antes de comenzar mi año de intercambio en Estados Unidos. Envueltos en esa maravillosa nota estaban 2 billetes de 100 dólares. A mis tiernos 17 años, aprecié los billetes y sonreí por la peculiaridad de la manera en la que me desearon suerte.

Cuando volví a Villa María un año más tarde, 18 años ya cumplidos y convencido de haber alcanzado la cúspide de mi madurez, sentí que la tía María Inés y el tío Jorge me trataban como a un adulto. Obviamente la cúspide madurativa estaba distante (aun hoy, 22 años más tarde, parece encontrarse lejana, inalcanzable). Pero mis tíos me hicieron sentir adulto, digno de sentarme en la mesa de "los grandes".

Esa anécdota refleja solo una de las muchas idiosincracias que observé y aprendí de Jorge y María Inés. Un adolescente crece al sentirse tratado como adulto.

A Jorge lo perdimos hace 9 días. La humanidad parece encontrarse disminuida. Pero no nos dejemos engañar por esa apariencia. El tío Jorge ya no está con nosotros, pero lo que nos dió no lo podemos perder.

La última vez que lo ví al tío Jorge fui testigo de una escena que caracteriza su vida de abuelo. Lo ví en 4 patas abajo de la mesa del comedor, jugando con sus nietos, riendo y disfrutando tanto como ellos. Minutos más tarde estaba jugando a la rueda de la batata. Fue una escena hermosa. Algo para recordar.

Voy a recordar a mi tío sonriendo, como lo hacía constantemente, contando chistes, riendo. También lo voy a recordar hablando de política, de historia, ingeniería, geografía... Jorge sabía de todo (aunque eso parece ser una característica de los Novillo Maciel en general). Estoy seguro de que al imitar esos recuerdos soy mejor persona. Porque eso es lo que parece haber hecho mi tío Jorge: me mostró un modelo de persona que quiero imitar. Y así vivirá su legado por siempre, a través de la progenie que indudablemente lo recuerda e imita.

Gracias, tío.

11 noviembre 2013

Océano, delfines y cantos de sirenas

A medida que levantaba el ancla bajo la tenue iluminación del puente Arthur Ravenel Jr. en Charleston, pensé que ese momento debería tener un peso emocional más significativo. Pero a las 4:50 de la mañana, prácticamente a oscuras, con un poco de frío, y con 165 millas de Océano Atlántico por delante, el significado de ese momento en mi vida estaba lejos de mi mente. En su lugar, los preparativos del día anterior desfilaban uno por uno.

El pronóstico del viento, las mareas en Charleston y en St. Mary's, las líneas de seguridad en cubierta, la balsa salvavidas, el bolso de emergencia, los 3 juegos de cartas que consulté... la lista parecía interminable. Algo habrá quedado olvidado y a merced de la suerte. Después de todo, mi neurosis no es perfecta.

Lista el ancla, el siguiente obstáculo era sortear la salida de la bahía de Charleston. A las 5 de la mañana en noviembre, el sol está calentando más al este. A medida que la proa se alejaba del puente, atrás quedaban las luces de la ciudad y por delante esperaban las luces del canal. Rojas a babor, verdes a estribor. Algunas titilando cada 2.5 segundos, otras cada 4. Cada luz fue observada y confirmada por los dos pares de ojos en el cockpit.

Apenas entramos al canal fuimos contactados por el controlador de tráfico en la bahía. Solo para informar que hay un buque entrando por el canal. Anos fruncidos instantáneamente. Hora de pegar la vuelta o confiar en las luces que ven nuestros ojos. Reinaron la confianza y fe en las luces y el piloto del buque. Ciento ochenta metros de acero se deslizaron por babor. Un buque chico para el standard de hoy en día. Por suerte el canal es ancho. Y el Taia continuó su trayectoria de salida.

Luces rojas y verdes quedaron a popa. Adelante se veía todo negro. Yo sentía que tocaba el cielo con las manos. Me pregunté más de una vez por qué esperé 40 años para hacer esto.

Salió el sol y el Taia avanzaba incansable. El viento brilló por su ausencia y el motor rugió 32 de las 37 horas de navegación. Las velas pasaron casi todo el tiempo desplegadas, la de proa para ayudar al motor y la mayor cazada en la linea de crujía para amortiguar el rolido.

Junto con el sol vinieron los delfines a jugar en la proa. Y otra vez me pregunté por qué esperé tanto para izar velas en el océano. Vinieron de a uno, de a dos, tres o cuatro. Se acercan al barco y bailan alrededor de la ola de proa. Parece que el barco los invitara a jugar y ellos aceptan con una sonrisa. Juegan unos minutos, nadando de lado a lado, rompiendo la superficie para resoplar, y así como vienen desaparecen.

Con solo dos tripulantes capaces de llevar el barco, tuvimos que hacer guardias. Estar solo en el cockpit mirando la oscuridad a proa, buscar luces moviendose en el horizonte, controlar el rumbo, las velas, pensar, observar. Qué placer! Qué actividad tan íntima con el océano y con el barco! El cansancio se hizo presente, por supuesto, pero solo para agregar un ángulo interesante al arte de navegar.

Tiramos el ancla en Cumberland Island, Georgia, hoy a las 10 de la mañana. Todo salió bien porque lo planeamos detalladamente y porque tuvimos suerte.

Me cuesta describir la escena sin caer en cliches trillados. Para mí fue grandioso. Y lo quiero repetir. Esta fue una travesía corta, pero la voy a recordar siempre.

Por suerte el horizonte nunca se acaba y siempre hay agua para navegar.

Sirenas no escuchamos. Tampoco las vimos. Por suerte!

(Prometo fotos cuando tengamos una conexión a internet más consistente.)

09 noviembre 2013

Adaptándose a los cambios

Vivimos una vida muy intensa, donde cada día es diferente. Nos levantamos con el sol, tipicamente en un lugar distinto al del día anterior. El Ery yo nunca fuimos madrugadores pero hay algo captivante al ver el sol asomarse mientras levantamos el ancla y nos dirigimos hacia nuestro nuevo destino diario. Mientras los chicos duermen plácidamente, éste es un momento único para nosotros dos, que disfrutamos en silencio y calma, mientras vemos el día empezar y nos tomamos nuestros primeros mates.

Cada noche planeamos a dónde vamos a ir el día siguiente. Esto incluye escuchar el pronóstico del tiempo, planeaa la ruta que vamos a seguir, averiguar el estado de las corrientes y mareas así podemos decidir el mejor momento para partir, y, por último, encontrar un buen lugar protegido para anclar. Y todo esto es la parte fácil! La parte más difícil es ejecutar el plan. A veces el día va como uno lo planea, pero a veces necesitamos cambiar el plan a mitad de camino.

Hace poco, cuando estábamos acercándonos a Shallotte Inlet, en Carolina del Norte, empezamos a escuchar en el canal 16 de la radio VHF  (de emergencia) que muchos barcos se estaban quedando encallados en esa area. Con 6 pies de eslora y con marea baja, no quisimos arriesgarnos. Los otros barcos estaban reportando profundidades de 5 pies o menos. Rápidamente empezamos a buscar alternativas para poder anclarnos en alguna bahía pero las opciones eran bien limitadas. Sólo encontramos un lugar y  aunque no era muy atractivo, decidimos anclarnos ahí y pasar la noche. A la mañana siguiente cruzamos Shallotte Inlet con marea alta y evitamos todo el stress y drama de navegar con poca agua.

Otro ejemplo de cambio de último momento pasó unos días después mientras nos dirigíamos a Georgetown, Carolina del Sur. Como estábamos un poco cansados, decidimos tener un día fácil y planeamos hacer sólamente unas 25 millas y anclarnos en Georgetown. Pero cuando estábamos cerca, el día estába tan lindo que decidimos seguir y acercarnos a Charleston. A mitad de camino, entonces, planeamos la nueva ruta en la computadora, las importamos al GPS y seguimos viaje felizmente.

Cerca de Charleston al día siguiente casi tuvimos que cambiar de planes nuevamente. Teníamos que cruzar un puente con una altura máxima de 65 pies y Taia necesita 62 pies. La mayoria de los puentes tienen un cartel cerca del agua que indica la altura actual teniendo en cuenta las mareas. Siendo extra cautelosos como somos (y un poco gallinas), siempre buscamos y miramos estos carteles. El problema es que no todos los puentes tienen estos carteles. Y si los tienen, leerlos a distancia no es fácil, aún con la ayuda de unos binoculares muy buenos (cortesía de los padres del Er). Al acercarnos al puente, con marea alta, el cartel parecía leer 61 pies. En un canal estrecho, con corriente que nos llevaba hacia el puente y con otros barcos a popa nuestro, empezamos a evaluar opciones para no cruzarlo y esperar a que la marea baje. Afortunadamente, al acercarnos más, pudimos leer que la altura era en realidad 63 pies y lo pudimos cruzar sin ningún problema.

Yo siempre estuve acostrumbrada a adaptarme a cambios en el trabajo. Cosas pasan que afectan los planes y, no sólo es natural sino un requerimiento adaptarse a estos cambios. Pero nunca antes tuve que aplicar esto a mi vida personal como ahora.

Así comienza. Vemos un puente a los lejos y vamos a cubierta con los binoculares a ver si encontramos el cartel que dice la altura.

Mientras el barco se acerca, seguimos buscando.

Ahi está! No lo podrían haber hecho un poquito más grande al cartelito???

Sin dudas, ahora, cruzamos el puente. Aunque más de una vez, lo cruzamos con miedo de que el mástil no pase. Desde abajo, la perspectiva es distinta :)

02 noviembre 2013

Canal Intracostero del Atlántico (ICW)

Hoy hace 8 días comenzamos nuestra travesía del Canal Intracostero del Atlántico (en inglés es Intracoastal Waterway y todo el mundo, incluyendo la tripulación del Taia, le dice ICW). Ha sido una experiencia interesante, de a ratos intensa y movida, de a ratos lenta y casi aburrida.

Las primeras horas de navegación fueron las más intensas. En Norfolk está la base naval más grande del mundo y también tiene un puerto comercial grande. Abunda el tráfico marino de todo tipo. Además, esa es la zona del ICW con mayor densidad de puentes que hemos visto. En menos de 5 horas tuvimos que cruzar varios puentes, algunos de los cuales tuvimos que esperar a que se abrieran porque el mástil del Taia tiene 17 metros de altura. El ICW recibe a los novatos con un cachetazo violento.
Porta aviones en Norfolk
Pero después se acaba la zona urbana de Norfolk y Portsmouth y empieza lo más lindo y tranquilo. Canales, algunos excavados por esclavos en el siglo XIX, tan rectos como una autopista moderna y rodeados de vegetación y vida salvaje. Ríos que parecen encontrarse tan vírgenes como hace 4 siglos. Realmente una fusión de naturaleza y humanidad que es admirable.

Los dos o tres primeros días en el ICW fueron fríos. Aparecieron gorros, guantes y buzos para toda la tripulación. También afloraron bolsas de dormir importadas directamente de los otoños y primaveras canadienses que esta tripulación había pasado en otro barco. Por suerte estábamos listos.
El capitán enfrentó heróicamente las gélidas temperaturas (con ropa lavada a mano tendida para secar en el cockpit).
Después de los dos primeros días la navegación se empezó a poner repetitiva. Puentes, zonas de escasa profundidad, tráfico, canales angostos, vegetación y pájaros mirando pasar al Taia con párpados adormecidos... o los párpados adormecidos estaban abordo? Todo eso con los 85 caballos del motor diesel rugiendo de manera incesante. Es imposible navegar a vela en la mayor parte del ICW. Hasta el piloto automático se aburrió y empezó a trazar rumbos erráticos en el medio de canales que parecían tener 3 o 4 metros de ancho.

La necesidad de hacer más millas por día se hizo obvia. Comenzamos a amanecer junto con el sol para aprovechar las escasas 10 horas de luz natural que provee el otoño. Con el sol en el horizonte oriental comenzaba el rugido del motor. El objetivo de cada día fue recorrer la mayor cantidad de millas posible y llegar a una bahía con buena protección para tirar el ancla antes del anochecer.

Y así fue que pasamos las noches más silenciosas y oscuras que hemos tenido. Por unos días el Taia estuvo desfasado del resto de los barcos recorriendo el ICW, y pasamos noches solitarias, sin nadie alrededor. Esas fueron las mejores noches. Y la oscuridad! Entre las nubes que ocultaban la luna y la ausencia de zonas urbanas, la oscuridad alrededor era absoluta. Salir a cubierta daba miedo.
Amanecer solitario en el ICW
Otro amanecer, este con sol y luna
Después llegamos a la gigantesca urbe de Oriental, North Carolina, con sus 900 habitantes. Una pequeña joya de pueblo que vive más mirando a su río, el Neuse, que hacia el resto del continente. Hermosa.

En Oriental fuimos beneficiados por la famosa hospitalidad sureña (ese sureña se refiere al Sur de Estados Unidos; North Carolina es un estado del Sur). Salimos de un súper mercado cargados de provisiones para varios días. Mochilas, bolsas colgadas en cada dedo, los chicos ayudando con la carga estóicamente. Teníamos que caminar unas 10 cuadras al costado de una ruta hasta el muelle. Pasó una mujer en auto con su perro. Frenó al costado de la ruta. Preguntó si necesitábamos que nos llevara en auto. Y nos llevó, en dirección opuesta a la que iba. Los chicos jugaron con el perro en el auto mientras la señora entretuvo a los adultos con su pintoresco acento sureño. La gente es inherentemente buena.
Dinghy dock en Oriental, North Carolina. Atrás se ve nuestro gomón.
De Oriental navegamos hacia Morehead City y Beaufort, North Carolina. Vimos ambas ciudades al pasar. Había casas lindas en la orilla y tráfico de autos en el puente. Llegando a Beaufort vimos deflines por primera vez. Lamentablemente no tuvimos oportunidad de sacarles fotos. Se asoman esporádicamente para volver a sumergirse y continuar su nado incansable.

El tramo después de Morehead City fue interesante porque el ICW atraviesa una base militar gigantesca, parte de la cual usa la marina para práctica de artillería. Todo ese día se escuchó tráfico radial de la marina, anunciando las zonas en las que estaban practicando y pidiendo que ninguna embarcación se acerase. A veces cierran el ICW para esas prácticas. Vimos sobre la costa varios vehículos militares abandonados, probablemente usados como blancos de práctica.
Los chicos jugando en cubierta
Juegos de guerra en el ICW
El intenso ritmo de navegación cobró su precio. Los grandes estábamos cansados. Así fue que decidimos parar en Wrightsville Beach, North Carolina, una ciudad balnearia muy pintoresca. Pasamos dos noches en una marina porque hubo mucho viento del Sur Oeste, y no hay ninguna bahía protegida para vientos de ese cuadrante en esta zona. Eso también nos dió la oportunidad de llevar a los chicos trick-or-treating para Halloween.
Halloween!
Ahora continuamos en Wrightsville Beach, aunque esta vez anclados.

Mañana planeamos explorar Masonboro Island, una isla que ha sido declarada reserva natural y a la que solo se puede llegar en barco. Leí que hay tortugas marinas que desovan en esa isla.

Después de 3 días de descanso en Wrightsville Beach, el Taia seguirá su navegación hacia el sur. Pronto, muy pronto, haremos nuestra primer travesía en el mar, con 48 horas de navegación ininterrumpida. O tal vez más. Veremos qué dice Eolo al respecto.

25 octubre 2013

Chesapeake Bay, Hola ICW

Después de 8 días navegando en la Chesapeake, nos despedimos de ella para continuar nuestra ruta migratoria aviar hacia el sur, hacia un clima más templado. La experiencia en la Chesapeake ha sido interesante, no solo por los lugares visitados, sino también por la experiencia adquirida. Cada lugar tuvo su atractivo, cada travesía y noche de ancla tuvo su lección.

El clima colaboró marginalmente, con vientos algo menos que ideales, temperaturas lindas al principio y gélidas al final, nubes y lluvia, y algo de sol para calentar los huesos. Dicen los que saben que el viento siempre viene de la proa, independientemente del destino de uno. Los últimos 8 días no fueron exactamente así, aunque de a ratos parecía que sí. La velocidad de los vientos fue algo alta, especialmente un par de noches durante las cuales me levanté infinidad de veces para controlar que el ancla estuviera bien agarrada al fondo, a donde fue depositada. Por suerte esos 30 kilos de acero y todo el peso de la cantidad exuberante de cadena que usé nunca defraudaron.

Con sus profundos 190 cm, el Taia cala demasiado para esta gigantesca bahía. Descartamos muchos lugares ideales para anclar por la poca profundidad que hay en general. Dos noches estuvimos anclados en 3 metros de agua, en bahías con costas cubiertas de árboles que proveen la mejor protección contra el viento. Lamentablemente esas costas estaban a cientos de metros del barco; la profundidad tiene un declive tan gradual que acercarse a la costa resultaba imposible. Los árboles parecían reirse de mí, lejos en la distancia, cada vez que me levantaba en la madrugada para controlar el ancla.

Lo cierto es que, aunque cueste creerlo, disfruto de mis rondas por cubierta a cualquier hora del día. Observo el barco, trato de interpretar sus ruidos, lo ayudo a que siga flotando y nos mantenga sanos y salvos en su interior. Cada ruido fuera de lugar me pone en alerta instantáneamente. Y cuando descubro la fuente del ruido puedo quedarme tranquilo o anotar un ítem más en la lista de cosas para arreglar o investigar. Me gusta.

Aprendimos mucha historia de Estados Unidos. En esta zona se establecieron las primeras colonias británicas en Norte América, a principios del siglo XVII. También se pelearon muchas batallas durante la guerra civil entre 1860 y 1865. Esta zona es la cuna política de este país, este imperio de turno, y es sumamente interesante.

Mañana dejamos Hampton, Virginia, para cruzar Hampton Roads, la confluencia de los ríos James, Elizabeth y Nansemond. Más allá de Hampton Roads nos esperan Norfolk, con la base naval más grande del mundo, y el Canal Intracostero del Atlántico (CIA, o en inglés, ICW). El CIA nos va a dar un tipo de navegación completamente distinto. Es más parecido a una autopista, con canales bien demarcados y contadas oportunidades para bajarse a descansar.

Todo lo que tenemos a proa promete, atrae. Todo lo vamos a disfrutar.

19 octubre 2013

Historia Colonial

Primero y principal: hemos obtenido oficialmente el título de "cruisers". No sé bien cómo se dice en español. En inglés se les dice así a quienes viven en un barco y viajan en él. Esta gente no tiene dirección fija y sus únicas responsabilidades son mantener el barco en condiciones y hacerle el amor a la vida apasionadamente. El barco parece encontrarse saludable, la vida gime.

La rutina a bordo ha cambiado considerablemente en los últimos 3 días. Las 2 o 3 horas de colegio que tomaban lugar todas las mañanas han dejado de ser un asunto fijo y obligatorio. La navegación y la visita a lugares interesantes toman algo de prioridad. Así y todo, la escuela sigue sobre rieles. Los chicos aprenden constantemente. Ayer aprendieron mucho sobre la vida en la colonia de Maryland del siglo XVII.

Pasamos 2 noches anclados en Horseshoe Bay, un codo del río St. Mary's, que desemboca en el río Potomac. Chesapeake bay está alimentada por una infinidad de ríos, y cada uno tiene al menos una bahía tranquila a donde anclarse. Ahora estamos anclados en Smith Creek, que también desemboca en el Potomac.

Mañana tenemos planeado navegar hasta Antipoison Creek. Cuenta la leyenda que este río adquirió su nombre cuando John Smith, picado por una raya, recibió un "antídoto" de los nativos. Después de eso el amigo John quedó en condiciones de empomarse a Pocahontas (esta anécdota es altamente cuestionable) y saquear y explorar a gusto. La pobre Pocahontas, cuyo mayor mérito fue aprender a hablar inglés, fue absorbida por una cultura más "desarrollada" y terminó sus días como esposa de un tal John Rolfe, dueño de amplias plantaciones de tabaco en Virginia. Ella fue la primer "salvaje civilizada". Las venas abiertas de sajona américa...

Y así exploraremos Virginia. Con un poco de suerte no hará falta pedir ayuda a los nativos para aliviar picaduras de rayas; ese tipo de males están reservados pura y exclusivamente para valientes exploradores.
Taia en Horseshoe Bay, St. Mary's river, Maryland. La foto está torcida a propósito. Y qué?

09 octubre 2013

Vientos de Cambio

Taia y la tripulación están listos. Finalmente vamos a empezar a navegar cuando volvamos de Pittsburgh. Y los cambios van a empezar.

Hasta ahora hemos estado en la marina. Todavía teniamos un auto. La vida era relativamente fácil. Pero cuando regresemos de Pittsburgh, no vamos a tener auto y nuestra rutina diaria va a cambiar. Bastante.

El plan es navegar la Bahia de Chesapeake y llegar a Norfolk, donde empieza el Canal Intracostero del Atlántico (CIA). Navegaremos a motor (navegar a vela no es posible ya que el canal es muy angosto) y eventualmente llegaremos a Florida. En algún momento, saldremos del canal y navegaremos en el Atlántico para adquirir experienca.

Creemos que vamos a navegar aproximadamente unas 5 o 6 horas por día (siempre y cuando el tiempo lo permita, por supuesto). Algunos días quizá no naveguemos en absoluto, ya sea porque queremos conocer algún lugar cercano o porque estamos esperando que el tiempo mejore. Todo ese tiempo, vamos a tener que hacer ciertas cosas:
  1. El clima. Monitorear el clima y lo que sea que la Madre Naturaleza nos tire en el camino va a ser una constante en nuestras vidas de ahora en adelante.
  2. Mareas y Corrientes. Este es, probablemente, uno de los cambios más grandes para nosotros. Hasta ahora sólo hemos navegado en lagos así que nunca tuvimos que lidiar con estas cosas.
  3. Profundidad del agua. Taia cala 1.85 metros. Esto quiere decir que necesitamos como mínimo esa cantidad de agua o nos quedamos varados.... En los lagos en los que navegamos la profundidad del agua nunca fué un problema. Pero la Bahia de Chesapeake y el CIA son poco profundos.
  4. Puentes. Hasta llegar a Florida, vamos a tener que pasar por debajo de varios puentes. Esto significa que tenemos que saber qué tan alto es el puente (la altura de Taia es de casi 19 metros) y contactar el operador del puente para que lo abran.
  5. Tráfico. Por estos lados hay mucho más tráfico de barcos del que estamos acostumbrados en los Grandes Lagos de Canadá. Ya he empezado a repasar todas las reglas de derecho de paso que aprendí hace un tiempo!
  6. Planeamiento de ruta. Cada día vamos a tener que planear a dónde queremos ir, verificar que el clima sea adecuado para ese viaje y buscar un bahía linda y segura donde anclar a la noche.
  7. Consumo de agua. Taia tiene dos tanques de agua que suman 1135 litros de agua que usamos para beber, cocinar, bañarnos y cualquier otra tarea que necesite agua potable. Hemos estado midiendo nuestro consumo de agua y pensamos que los dos tanquen nos van a durar 2 semanas. Cuando tengamos poca agua, haremos una parada en una marina para llenar los tanques nuevamente. También tenemos un desalinizador de agua, pero no lo hemos usado nunca todavía.
  8. Diesel. Taia tiene dos tanques de combustible que suman 492 litros. Todavia no hemos medido cuánto tiempo nos va a durar todo ese combustible pero los nuevos monitores de combustible que instalamos van a facilitar saber cuándo es tiempo de visitar una marina y sacar la billetera.
  9. Propano. Tenemos dos garrafas de 9 kg. que usamos para cocinar. Apenas se acabe la que estamos usando, conectamos la otra y empezamos a buscar un lugar donde recargar la vacia. Cada garrafa debería durar al menos un mes.
  10. Electricidad. Tenemos 10 baterias que nos dan 1000 amper hora. Una vez que empecemos a navegar, toda nuestra electricidad va a venir de esas baterias. Hemos medido nuestro consumo y creemos que vamos a estar usando más o menos 250 amper hora por día. Además, el barco tiene monitor de bateria que nos avisa si las baterias están muy descargadas y un generador a diesel para cargarlas. Uno de los proyectos que no tuvimos tiempo de completar es instalar paneles solares. Cuando lleguemos a Florida lo haremos.
Para prepararnos para todo esto, hemos estado leyendo mucho. Compramos todas las cartas electrónicas más recientes, cartas en papel y guías. También leemos blogs escritos por personas que han navegado los lugares que nosotros vamos a navegar. Y también hablamos con gente que ya ha hecho esto o lo está por hacer.

Otro aspecto de los cambios que se vienen son las despedidas. Mientras nos preparamos para partir, nos vemos obligados a despedirnos de gente que hemos conocido durante este último año. Con algunos de ellos nos hemos hecho muy buenos amigos. Con otros estamos planeando encontrarnos en algún lugar del Carible. Las despedidas nunca son fáciles y van a ser otra constante en nuestras vidas de ahora en adelante. Pero por suerte nosotros ya estamos acostumbrados a las despedidas, después de todo, hace 13 años nos mudamos a Canadá...

07 octubre 2013

Estamos listos! (de verdad?)

Hace unas horas terminamos de ajustar el último bulón del último arreglo que teníamos en la lista de arreglos necesarios antes de salir. Todos los proyectos que teníamos planeado terminar a mediados de septiembre están terminados. Sí, a mediados de septiembre queríamos terminar todos estos arreglos y dejar la marina. Gracias a mi doctorado en la aseveración de lo obvio, puedo observar y establecer que estamos atrasados. Tengo licencia para decir ese tipo de cosas.

Pareciera que estar preparados para esta vida gitana náutica es similar a estar preparados para ser padres: lo cierto es que nunca estamos del todo preparados, y terminamos haciendo lo que nos parece mejor y podemos hacer. Lo mejor no siempre es posible, entonces aprendemos a modificar nuestras expectativas o vivimos permanentemente decepcionados. No es que hayamos tenido que cambiar mucho nuestras expectativas. Tenemos dos hijos y un barco excelentes.

En nuestra opinión falta de experiencia, Taia está lista (o listo, dependiendo del género con el que uno considere un barco. A bordo de Taia se habla de "ella"). Y la tripulación? Queremos zarpar ya! Dos de nosotros cuatro tenemos el culo fruncido, pero queremos empezar de una vez. Soñamos con bahías tranquilas, animales marinos, ciudades con gente interesante, y hermosos atardeceres en alta mar. Por otro lado, nos preocupan nuestra falta de experiencia timoneando a "la chancha blanca", las tormentas, los monstruos marinos y las sirenas. Todo va a llegar, lo bueno y lo malo. Y va a llegar pronto!

Irónicamente, ahora que creemos estar listos para irnos, nos vamos a tomar un descanso de la vida a bordo. La semana que viene nos vamos a pasar unos días en familia en Pittsburgh. Después nos vamos, listos o no. Y lo disfrutamos.

04 octubre 2013

Miedo y Responsabilidad

La semana pasada agregamos un kayak a la lista de juguetes. Este nuevo juguete ha resultado ser fabuloso para todos. Yo lo he empezado a disfrutar a la mañana, bien temprano para mi standard burgués. Me levanto entre las 7 y las 7:30, salgo sigilosamente de la cama, abro el barco con sumo cuidado para no despertar a nadie, y me pierdo en el kayak.

El barco es chico, como el circo, y el espacio personal es nulo. El kayak es terapia, es soledad, es mi jardín privado. Me encuentro solo, disfrutando de estas mañanas otoñales gloriosas, pensando en todas esas cosas que ocupan mi cerebro cuando le doy la oportunidad.

Esta mañana mientras remaba pensé en un diálogo que tuve con un amigo en Facebook anoche. Él compartió este blog con sus contactos y me tildó de "crack". Yo, avergonzado y halagado, le dije que no confundiera crack con irresponsable.

Realmente creo que hay algo de irresponsabilidad en esta vida a la que estoy sometiendo a mis hijos. Me pregunto si negarles una vida "normal" como la que teníamos en Canadá es lo mejor para ellos. Después de todo, Nati y yo emigramos a Canadá buscando estabilidad, prosperidad y comodidad. A veces tengo miedo de estar navegando en el sentido opuesto a todo eso que encontramos y construimos en Canadá.

Miedo. Miedo a lo desconocido. Miedo a los accidentes. Mi miedo más grande es que les pase algo a mis hijos. Ellos son, después de todo, pasajeros. Y convertirlos en víctimas sería devastador.

Aunque Nati y yo decidimos conscientemente enfrentar esos miedos y continuar viviendo plenamente la realidad que elegimos, los miedos no se desvanecen. Simplemente se encuentran depositados en un plano menos influyente. Y lo que hacemos es tratar de mitigar el potencial de que una de una infinidad de situaciones indeseables se convierta en realidad. No es eso lo que hacen los padres en todo el mundo?

Javier, este amigo con quien compartí ese diálogo, me dió una definición de irresponsabilidad que me resulta sumamente conveniente. Definió irresponsabilidad como "ir por lo más fácil: elegir la opción de no elegir y dejar las cosas sin hacer". Yo le creo. Y con humildad y lleno de agradecimiento acepto el halago que me hace.

Hay mucha gente que nos alienta constantemente a vivir de esta manera. A todos ustedes: gracias totales! ("Gracias totales" es propiedad intelectual de Gustavo Cerati).

Con el aliento de familia y amigos, con miedo, con precaución, y especialmente con pasión, comenzamos este nuevo capítulo de nuestra existencia.

Mis paseos matutinos en kayak son una necesidad. Agregan perspectiva.

03 octubre 2013

Nuestra nueva rutina

Hace poco hablé con mi abuela y me dijo: "No te cansás de estar todo el día sin hacer nada?".  Yo me reí, por supuesto. Pero no es la primera vez que nos preguntan eso. Es una idea común, aunque errónea, creer que porque ya no trabajamos, no tenemos nada que hacer. Aunque cueste creerlo, generalmente estamos muy ocupados.

Qué hacemos durante todo el día?

En el artículo anterior mencioné rápidamente todos los proyectos en los que estamos trabajando. Eso, naturalmente, ocupa la mayoría de nuestro tiempo. El Er se pasa todo el día arreglando cosas, investigando cómo arreglar algo, buscando el mejor lugar donde poder comprar un respuesto, buscando precios, etc. Ahora mismo, por ejemplo, está cambiando nuestras luces del comedor, mientras yo escribo este artículo.

Yo ocupo todas mis mañanas dándole clases a los chicos. Eventualmente, cuando ya no tengamos tantas cosas que arreglar o cambiar, el Er también empezará a participar de la escuela. Pero por ahora, esto es algo de lo que me ocupo casi exclusivamente yo. Y, para ser honesta, lo estoy disfrutando mucho.

Todos los días tratamos de hacer algo divertido los cuatro juntos, ya sea pasear, jugar algún juego o ir a la pile. Esta semana, finalmente, decidimos comprar un kayak. Los chicos están felices! Y los grandes también :)

El resto del tiempo la pasamos haciendo cosas mundanas. Aunque vivamos en un barco, también tenemos que ir al super, limpiar el barco, lavar ropa y preparar el almuerzo o la cena.




01 octubre 2013

Primeros Dos Meses

Finalmente estamos aca! Finalmente viviendo en nuestro barco, Taia. Finalmente con un poco de tiempo libre para escribir este blog.

El camino hasta aca ha sido largo. Compramos Taia (cuyo nombre anterior era Liberty) en Mayo del 2012, en Virgina, EEUU. En Agosto del 2012, la llevamos a una marina en Maryland, vivimos 3 semanas ahi y la sacamos del agua. Y ahi estuvo, en tierra, hasta el 25 de Julio de este año, cuando nosotros llegamos.
Hasta ese momento estuvimos muy ocupados en casa, en Canadá. Dejar una vida en tierra no es tan fácil como puede parecer. Hay un montón de cosas que hacer y un montón de decisiones por tomar.
Mudarse de una casa grande a un barco no es simple! El espacio en un barco es bastante limitado y, además de tener las cosas necesarias para vivir, hay que tener un montón de herramientas y repuestos del barco. Y por supuesto, el hecho de tener el barco a más de 1000 km de distancia, en otro país, no hizo la tarea fácil.
Vendimos la casa y un auto (el otro auto lo trajimos a EEUU y fué muy cómodo tenerlo todo este tiempo, pero ya pronto lo venderemos), vendimos o donamos la mayoria de nuestras cosas y empacamos aquellas cosas de las que no queriamos deshacernos y las llevamos a la casa de mis suegros. Ademas de eso, hubo un montón de tramites que tuvimos que hacer para poder irnos al sur y dejar todo en orden. Todo eso, mientras trabajábamos.

Desde Julio hemos estado en una marina en Solomons, Maryland. El plan siempre fué estar en la marina por 2 meses, mientras nos acostumbramos a vivir en el barco y preparamos Taia para navegar.
Vivir en una marina es fácil comparado con vivir anclados, aunque más caro. En la marina no tenés que preocuparte por el consumo de electricidad (el barco esta siempre enchufado) y la marina tiene muchos servicios y comodidades:  máquina de lavar y secar, una linda pileta que a los chicos les encanta, un parque con hamacas, etc.


Han sido dos meses muy intensos. Acá hay una lista parcial de los proyectos en los que hemos trabajado este tiempo:

- Reemplazar el sistema de refrigeración y freezer. El sistema que el barco tenia no era muy eficiente en cuanto a energia y además estaba roto.
- Reemplazar la manguera de escape del motor.
- Reemplazar el silenciador del motor.
- Quitar el tanque viejo de desperdicio y todas las mangueras. Todo estaba un poco viejo y no olía muy rico :). Instalar todo de nuevo.
- Reemplazar la bomba de drenaje de la ducha. Por supuesto, después de comprar la nueva bomba y cambiarla, nos dimos cuenta que el problema estaba en otro lado. Así que ahora tenemos una bomba de repuesto :)
- Reemplazar la bomba del inodoro.
- Instalar un sistema de filtro de agua en la cocina. Estamos felices porque el agua ahora no tiene sabor a nada, como debe ser!
- Instalar equipo de sonido. Este proyecto tenia prioridad baja, hasta que nos dimos cuenta de cuánto extrañábamos escuchar nuestra propia musica.
- Reemplazar las luces viejas de navegación incandescentes con LEDs. Los LEDs consumen mucho menos energía que las incandescentes (y conservar energia es muy importante en el barco).
- Hacer arreglar la cobertura de la vela mayor y arreglar el genoa (vela de proa).
- Hacer coberturas de sunbrella para todos los hatches (ventanas), el motor del chinchorro, tanques de propano, etc. Esto puede sonar trivial, pero cuando uno no es muy hábil con una máquina de coser...
- Comprar un chinchorro nuevo. Este fue un gasto que no teniamos previsto pero el chinchorro viejo estaba demasiado pinchado y no nos quisimos arriesgar. Después de todo el chinchorro se va a convertir en nuestro auto (nos tiene que llevar del barco a la costa y viceversa)

Además de todo esto, empezamos a darle clases a los chicos en Agosto. Las clases en el hemisferio norte no empiezan hasta Septiembre pero queriamos tener la rutina establecida antes de empezar a navegar todos los días. Después de todo, esto es nuevo para los cuatro! Por suerte los chicos estan disfrutando de tener escuela en el barco. Generalmente hacemos escuela a la mañana y a la tarde trabajamos en el barco mientras los chicos juegan.

Tenemos dos proyectos más que terminar antes de emprender rumbo al sur a mediados de Octubre:
- Queremos instalar un medidor de agua y combustible. Tener un medidor va a facilitar saber cuánta agua o combustible tenemos sin tener que estar adivinando.
- Tenemos que reemplazar los motones del genoa, que se rompieron el año pasado. Sin esto, no podemos usar la vela!


Pero no ha sido todo trabajo y nada más. Tratamos de encontrar un balance justo entre trabajo y diversión, porque queremos mantener a los chicos entretenidos y felices y porque por eso estamos haciendo todo esto. Para conocer y explorar! En estos ultimos dos meses hemos viajado a Texas a visitar familia, fuimos a Washington, DC y Annapolis, recibimos visita de familia y amigos, fuimos a varios museos locales, parques y playas. No puedo decir que no nos estamos divirtiendo!

Eso es todo por ahora. Acá hay algunas fotos de estos ultimos meses...

Ernesto arriba del mástil, cambiando la luz de navegación... 17 metros!

Camila y Matias aprendiendo a manejar el chinchorro.

Visita a Washington, DC, con los padres de Ernesto. Al fondo se ve el Congreso de EEUU.
Matias adentro del monumento a Jefferson.


La pileta del monumento de Washington

Academia Naval de EEUU en Annapolis


En el puerto de Annapolis

Una actuación de la guerra de 1812 (entre EEUU y Gran Bretaña) en Solomons.

Matias con ropa del estilo de 1812.

Los chicos hicieron juguetes de paja al estilo de 1812.