Después de 8 días navegando en la Chesapeake, nos despedimos de ella para continuar nuestra ruta migratoria aviar hacia el sur, hacia un clima más templado. La experiencia en la Chesapeake ha sido interesante, no solo por los lugares visitados, sino también por la experiencia adquirida. Cada lugar tuvo su atractivo, cada travesía y noche de ancla tuvo su lección.
El clima colaboró marginalmente, con vientos algo menos que ideales, temperaturas lindas al principio y gélidas al final, nubes y lluvia, y algo de sol para calentar los huesos. Dicen los que saben que el viento siempre viene de la proa, independientemente del destino de uno. Los últimos 8 días no fueron exactamente así, aunque de a ratos parecía que sí. La velocidad de los vientos fue algo alta, especialmente un par de noches durante las cuales me levanté infinidad de veces para controlar que el ancla estuviera bien agarrada al fondo, a donde fue depositada. Por suerte esos 30 kilos de acero y todo el peso de la cantidad exuberante de cadena que usé nunca defraudaron.
Con sus profundos 190 cm, el Taia cala demasiado para esta gigantesca bahía. Descartamos muchos lugares ideales para anclar por la poca profundidad que hay en general. Dos noches estuvimos anclados en 3 metros de agua, en bahías con costas cubiertas de árboles que proveen la mejor protección contra el viento. Lamentablemente esas costas estaban a cientos de metros del barco; la profundidad tiene un declive tan gradual que acercarse a la costa resultaba imposible. Los árboles parecían reirse de mí, lejos en la distancia, cada vez que me levantaba en la madrugada para controlar el ancla.
Lo cierto es que, aunque cueste creerlo, disfruto de mis rondas por cubierta a cualquier hora del día. Observo el barco, trato de interpretar sus ruidos, lo ayudo a que siga flotando y nos mantenga sanos y salvos en su interior. Cada ruido fuera de lugar me pone en alerta instantáneamente. Y cuando descubro la fuente del ruido puedo quedarme tranquilo o anotar un ítem más en la lista de cosas para arreglar o investigar. Me gusta.
Aprendimos mucha historia de Estados Unidos. En esta zona se establecieron las primeras colonias británicas en Norte América, a principios del siglo XVII. También se pelearon muchas batallas durante la guerra civil entre 1860 y 1865. Esta zona es la cuna política de este país, este imperio de turno, y es sumamente interesante.
Mañana dejamos Hampton, Virginia, para cruzar Hampton Roads, la confluencia de los ríos James, Elizabeth y Nansemond. Más allá de Hampton Roads nos esperan Norfolk, con la base naval más grande del mundo, y el Canal Intracostero del Atlántico (CIA, o en inglés, ICW). El CIA nos va a dar un tipo de navegación completamente distinto. Es más parecido a una autopista, con canales bien demarcados y contadas oportunidades para bajarse a descansar.
Todo lo que tenemos a proa promete, atrae. Todo lo vamos a disfrutar.
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