Anoche, rompiendo nuestra propia regla
de nunca entrar a una bahía desconocida de noche, entramos a Baie de
Marigot, en St-Martin, a las 2 de la mañana. Violamos esa regla de
seguridad convencidos por una serie de atenuantes, a saber:
- La bahía está completamente abierta al noroeste (de donde veníamos), sin obstáculos para la navegación.
- Había luna llena y la visibilidad era excelente (excepto por un poco de lluvia justo cuando nos aproximábamos, pero no duró).
- Tiramos el ancla sobre arena en 6 metros de agua, bien claros de otros 3 barcos que podíamos ver bien. La luz de la luna era suficiente para distinguir las zonas de arena y pasto que hay al fondo (cuesta creer que una bahía que ve tanto movimiento de embarcaciones tenga el agua tan imposiblemente cristalina!).
- No había viento ni olas que pudieran complicar las cosas.
- Eran las 2 de la matina y no teníamos ganas de esperar 4 horas hasta que saliera el sol.
- Toda regla tiene su excepción.
- Al que madruga dios lo ayuda.
- Más vale pájaro en mano que ristra de bueyes.
Esta isla, cuyo nombre oficial es
St-Martin/Sint Maarten, es el territorio más pequeño en este mundo
entorpecido por divisiones políticas que consta de 2 naciones. La
mitad norte, algo más grande que la del sur (y sí, existen mitades
de distintos tamaños!), se llama St-Martin y es colonia francesa. Al
sur se encuentra la mitad holandesa, Sint Maarten.
Un dato interesante de esta división
política: en tierra uno es libre de moverse entre los dos
territorios sin practicar el fabuloso y ridículo deporte de hacer
migraciones y aduana. Mas en el agua, dependiendo de la
embarcación que uno use, el
movimiento entre una nación y otra puede estar verboden,
interdit terminantemente! Así es que, en el gomón, puedo
moverme con total y absoluta libertad. Pero en el Taia, no, no. Eso
requiere que el capitain vaya a la capitainerie y
adquiera los sellos y permisos necesarios para dejar St-Martin.
Después el captain puede hacer acto de presencia en la
oficina de migraciones y aduana en Sint Maarten para llenar 7 formularios
por triplicado usando solo máquina de escribir de marca holandesa,
todo con la cara pintada de naranja y, si es argentino, munido de una foto del
Papa dándole la mano a Su Máxima y Legítima Majestad Máxima de Holanda.
Lo cierto es que, según dicen, entrar con embarcación y todo a St-Martin es fácil. Según dicen, porque la verdad que no tengo experiencia en el tema. "Cómo es eso?", preguntan los políticos que sabiamente han dividido las tierras de este planeta. "Cómo que has estado en St-Martin por más de 12 horas y no has hecho migraciones y aduana y salud pública y agricultura y control de drogas y tráfico de humanos y animales en peligro de extinción?". Pues bien, parece ser que hoy es Lunes Santo, o algo así, aquí en St-Martin. Por las calles de Marigot, la capital de St-Martin, se escuchan los grillos y los turistas enfiestados en Phillipsburg, la capital de Sint Maarten, en donde todo está abierto. Los políticos holandeses-aunque-no-tanto de Sint Maarten se frotan las manos con avaricia y lujuria al ver todos esos turistas que fueron a gastar sus dólares y euros en el lado holandés de la isla.
El lado francés, muy francés, observando esta fiesta de guardar y el inalienable derecho de las personas a trabajar como medio de vida y no como forma de vida. El lado holandés, muy... norte americano. Eh? Sí, en el lado holandés rige la ley del capitalismo norte americano, y parece que esas 5 semanas de vacaciones por año que todo el mundo tiene en Holanda, acá en el Caribe no corren. Es interesante notar que Sint Maarten es prácticamente una nación independiente y de a poco ha estado separándose de nuestra buena amiga Máxima y flia. Allí el dólar reina, el euro circula, el paraíso en venta a través de hoteles, tiempo compartido, comida, alcohol, mucho alcohol, un poco más de alcohol, y fiesta digna de los últimos años del imperio romano.
Mientras tanto, el Taia continúa en el limbo migratorio. Estamos en St-Martin pero no estamos aquí. Mañana la oficina de migraciones estará abierta. À demain.
Este restaurant no cierra nunca, ni en Lunes Santo! Trabajadores a trabajar, porque todo en el dinero es dinero. |
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