Fue 1 mes exacto que el Taia pasó en
Haití y Cuba, los dos países más distintos entre todos los que
hemos visitado desde que empezamos a viajar en julio de 2013. Los
últimos días en Cuba los pasamos en Cayo Largo, una isla cubana
dedicada completamente al turismo. Los cubanos que conocimos en esa
isla trabajan para mantener a los turistas entretenidos y hablando
bien de Cuba. Tienen una vida algo extraña, pasando 21 días en Cayo
Largo seguidos de 7 en su casa.
Caminando por Cayo Largo vimos un
santuario de tortugas. La visita al santuario se convirtió en una
experiencia inolvidable. Leandro, uno de los voluntarios, contó que
buscan los huevos en las playas todos los días, los extraen de sus
nidos y los entierran en nidos que ellos cavan en la arena alrededor
del santuario. La razón por la que hacen esto es que los resorts que
decoran el cayo no tienen ningún interés en proteger los nidos de
las manos curiosas de los turistas. Sacar los huevos de la playa es
un requisito para mantener la población de tortugas viva.
Cuando las tortugas salen de sus
huevos, permanecen en el santuario, adonde las cuidan y mantienen
saludables hasta que cumplen 18 meses de edad. Ahí las liberan al
mar, adonde comen perdices y se reproducen en paz. En los alrededores
de Cayo Largo se ven tortugas marinas por todos lados.
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Leandro, el voluntario del tortugario, enterrando huevos que tomó de la playa la noche anterior |
Parte de las tareas de los voluntarios
es limpiar las tortugas con cepillos para que el agua de los
piletones y el relativo hacinamiento en el que viven no les provoque
infecciones. Leandro invitó a los chicos a ayudarlo con esta tarea.
Fue maravilloso.
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Doctor Mati cuidando la higiene de las tortugas |
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Doctora Cami muy concentrada en su tarea |
De Cayo Largo salimos hacia Grand
Cayman con un pronóstico tranquilo aunque con alguna inestabilidad
atmosférica. Esa noche de navegación fue la más difícil que he
tenido. Durante 4 horas los rayos caían incansables alrededor del
Taia, los relámpagos enceguecían y los truenos ensordecían.
Pasamos por abajo de una tormenta eléctrica y parecía que la
distancia restante sería facil. Pero apenas terminamos de salir de
la primera tormenta, la segunda vino con más violencia. Por suerte
el Taia llegó a George Town, Grand Cayman, a la mañana siguiente
sin más daño que un susto y algún que otro short patinado de
bosta.
El contraste entre Cuba y Grand Cayman
no podría ser mayor. En poco menos de 24 horas de navegación
pasamos del paraíso socialista al paraíso capitalista. Cayman
Islands es un país ínfimo, con una población de menos de 60.000
habitantes y escasos 264 km2 de superficie. El país se
especializa en 2 industrias: el turismo y los servicios financieros.
Juzgando por lo que se ve en la calle y en las aguas alrededor de la
isla, les está yendo muy bien en ambos campos. También cuidan su
ecología con tesón. La aduana se quedó con mis arpones porque la
pesca submarina está prohibida (me los devolverán cuando haga
aduana para salir). En George Town, la capital, hay un puerto
comercial. El agua en la zona del puerto es cristalina y los
arrecifes que están en esa zona de tanto tráfico (vienen 2 o 3
cruceros por día, más todo el tráfico comercial) están tan
saludables como los arrecifes de las zonas despobladas de Cuba y las
Bahamas. No hay basura flotando en el agua (esto marca violentamente
el contraste con Cuba y Haití, adonde hay tanto plástico flotando
en el agua como esparcido por las calles).
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Explorando el arrecife Gruta del Diablo frente a George Town |
Aunque la gente de Cayman no es tan
amigable como la de Cuba, es indudable que saben tratar bien a los
turistas. Caminar por George Town es como caminar por una tranquila
ciudad de Florida. Todo es prolijo, limpio, lindo; el tráfico es
tranquilo y respetuoso. Los supermercados, mayormente desabastecidos
en tantos países caribeños, no tienen nada que envidiarles a los
supermercados de Canadá... excepto por el precio de las cosas, que
resulta algo elevado.
Hay un lugar en el norte de la isla que
llaman Stingray City. Hace muchos años, los pescadores volvían del
mar y limpiaban pescados adentro del arrecife en North Sound, tirando
entrañas y cabezas al agua ahí mismo. Las rayas de la zona
descubrieron ese paraíso alimenticio y rápidamente establecieron
una colonia en simbiosis con los pescadores. Ya no hay pescadores en
Grand Cayman, excepto los que lo hacen como hobby, pero las rayas aun
habitan esa zona. Y la industria del turismo aprovechó el fenómeno
y empezó a vender excursiones para ir a ver las rayas. Obviamente
todavía las alimentan, para que no se vayan y toleren el maltrato
que cientos de turistas por día les imponen.
Los guías, en el agua con los
turistas, agarran a las rayas y las ponen en brazos de los viajeros.
El fotógrafo del tur procede a sacar la foto obligatoria. Terminada
esta experiencia salvaje
(salvaje en más de un sentido), los turistas vuelven a abordar las
embarcaciones que los trajeron hasta Stingray City. Algunas de estas
embarcaciones tienen un empleado sobre cubierta que está listo con
una manguera de agua dulce. Los turistas hacen fila india para
subirse a su correspondiente embarcación, y apenas ponen sus pies
sobre cubierta, el aguatero
los enjuaga rápidamente con agua dulce.
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Stingray Circus. Entre las 9 y las 17 circulan cientos de personas por día |
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Pacientes rayas moviéndose con extrema gracia y docilidad en Stingray Circus |
Stingray
Circus, no Stingray City. Las rayas son lindas y por suerte también
son pacientes con nosotros los humanos.
No he
tenido oportunidad de bucear todavía, pero el snorkeling ha sido
increíble. Hay arrecifes por todos lados, naturales y artificiales a
través de barcos hundidos en lugares estratégicos para alentar el
crecimiento del arrecife. Si el clima mejora y tengo oportunidad, voy
a bucear.
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Kittiwake, un barco que hundieron frente a la playa para hacer un arrecife artificial. Con un espécimen de la fauna local |
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Más fauna local en el Kittiwake |
El
clima se ha deteriorado mucho, con baja presión y una zona enorme de
chubascos y tormentas eléctricas que se ha estacionado sobre la zona
y se está moviendo lentamente hacia el noroeste. Los instrumentos de
navegación están constantemente desenchufados por las dudas que un
rayo se haga amigo del Taia. Hace dos días que el sol está ausente.
Los tanques de agua están llenos de lluvia, que es lo mejor de esta
situación. Por suerte esto se pasará en uno o dos días más y
podremos navegar hacia América Central.