Cuenta la leyenda que si uno da una vuelta a la manzana la noche de año nuevo con una maleta en la mano, el nuevo año traerá viajes al caminante enmaletado. Para mayor bienestar y buena fortuna, el caminante puede comer 12 uvas a las 12 de la noche, una con cada campanada del reloj. Hay estudios científicos que prueban la veracidad de estas leyendas.
Este año nuevo nos encontró desprevenidos en un rincón perdido de la Florida. Planeábamos recibirlo en Fort Matanzas, un fuerte español construido a mediados del siglo XVIII. Sin embargo el destino se interpuso y nos obligó a cambiar el plan.
Salimos de Saint Augustine con una ruta simple y corta: 12 millas hacia el sur y la corriente nos ayudaría con 2 nudos adicionales de velocidad. A menos de 3 millas de nuestro destino encontramos un puente levadizo y contactamos al operador para pedir paso. Y así fue que comenzó la dulce espera del año 2014.
El operador del puente nos informó que algo estaba roto y había que esperar a un electricista. La suerte estuvo de nuestro lado porque pudimos anclarnos a menos de 200 metros del puente para esperar al electricista. El arreglo del puente se demoró 3 horas. En esas 3 horas perdimos la corriente que nos llevaba a destino y también perdimos la marea alta que necesitábamos para entrar a la bahía de Fort Matanzas.
Levantamos ancla, cruzamos el puente, combatimos la corriente que ahora teníamos en la trompa, y al llegar a la entrada de Fort Matanzas el (ganso del) capitán decidió arriesgarse a entrar a la bahía con marea baja. "Creo que hay suficiente agua, yo me mando" dijo el viejo lobo de mar con su tradicional pipa en la comisura de estribor. La Nati, algo más avispada que el (ganso del) capitán, miró el ecosonda y agregó con inocencia: "Ahora tenemos 8 pies de agua..."
Ocho pies?!?! Nada más?!?! El barco cala 6 pies, y si había 8 en el canal, la entrada a la bahía debía tener no más de 5. Y el Taia corroboró la escasa profundidad estacionando su quilla cual arado en el barro. El (ganso del) capitán, tan orondo y rebalsado de experiencia náutica, aseguró a la tripulación que nada había de qué preocuparse, y castigó al motor con 1500 revoluciones marcha atrás. El Taia, siempre dispuesto a colaborar con la voluntad del (ganso del) capitán, permaneció inmóvil mientras el motor rugía y la transmisión se quejaba.
Años ha, el (ganso del) capitán había recibido un año nuevo tratando de comer 12 uvas a las 12 de la noche, una con cada campanada del reloj. Años ha, el (ganso del) capitán, había sucumbido a su inhabilidad para comer uvas rápidamente. Tal vez por eso pagó encallando su embarcación y orgullo el 31/12/2013.
Pero la fortuna no estaba totalmente en nuestra contra, y la manera heróica en la que el (ganso del) capitán puso marcha atrás y vapuleó al motor pidiendo más potencia liberó al Taia de su surco. Y así fue que terminamos anclados al costado de un canal, algo expuestos a tráfico y viento, esperando la llegada del 2014. Para cuando volvió la marea alta ya era de noche y nadie a bordo tenía ganas de mover las 15 toneladas de barco en las que navegamos. Fort Matanzas quedó para otro año.
No comimos uvas, aunque las hay en abundancia a bordo, gracias al incansable esfuerzo de la Oficial de Aprovisionamiento, quien ha resultado superar al (ganso del) capitán en su responsabilidad y cumplimiento del deber y las buenas costumbres. Tampoco caminamos alrededor de la manzana con una maleta en la mano. Pero sí estamos constantemente viajando con nuestra casa a cuestas; eso debe traer más viajes que dar una simple vuelta a la manzana con una maleta vacía, no?
Feliz 2014 para todos!
Dicen que es de buena suerte escuchar los consejos de la compañera de ruta, y más si tiene una ecosonda en su poder...Excelente relato, Capitán, muy buen blog, feliz 2014!!
ResponderBorrarEs mejor encallar "al llegar",que vivir encallados "sin salir".Felicitaciones Er y compañera,por "vivir los sueños".Estoy atrapado por vuestro hermoso y vivido Blog.
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