Por distintas razones, siempre es
difícil dejar St. Martin. El año pasado planeamos estar ahí 10
días y terminamos quedándonos un mes. Esta vez queríamos quedarnos
una semana y la estadía terminó siendo de 3 semanas. Las razones
son varias. La más importante sea, quizás, que es fácil conseguir
de todo para el barco, ya sea respuestos o servicios. Otra razón es
aprovionamiento: llenar el barco de comida es fácil, con un
supermercado, con cosas ricas y barato, a 10 minutos caminando.
Esta vez llegamos a St. Martin sin
ningún proyecto para el barco en mente. Pero esto rápidamente
cambió cuando el Er decidió instalar una canilla de agua salada en
la cocina. Tener agua salada para lavar los platos es un placer,
porque nos permite usar agua indiscriminadamente. Solo enjuagamos con
agua fresca y así ahorramos mucho de uno los recursos naturales más
valiosos que tenemos.
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Agua salada en el barco! Un lujo. |
En St. Martin nos re-encontramos con la tripulación de Day Star, Lagom, Wind Whisper, and Korrigan. Con ellos compartimos más de un fogón, varias tardes de playa y alguna que otra noche de charla y vino de por medio.
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Disfrutando de un rico almuerzo en Sunset, Maho Beach, mirando los aviones despegar y aterrizar. |
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Los chicos jugando en la playa de Maho, mientras un avion chiquito aterriza. |
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Trabajo en equipo! El Er preparando el nuevo vang y preventer para el Taia, con ayuda de la tripulación. |
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Greg, de Day Star, nos contó de este hotel abandonado. Los chicos se pasaron unas cuantas horas explorandolo. |
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Aprovechando los 25 nudos de viento, el Mati decidó sacar su sábana a cubierta y usarla como spinnaker. |
Con el barco repleto de comida y el
corazón un poco triste al despedirnos de la última isla francesa
que visitaremos este año, partimos para las BVIs una mañana bien
tempranito. En las islas virgenes estaremos unas semanas antes de
partir para Puerto Rico, Jamaica y Cuba.
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