25 marzo 2014

La versatilidad del viento y el foque

Los últimos 12 días en el Mar de Ábaco nos vieron rebotar de norte a sur y este a oeste, sin rumbo aparente. Mas las apariencias engañan, como dicen los que poco aparentan, pues llevábamos el rumbo del viento, que marcaba nuestro paso con su conocida imprecisión, su irritante impuntualidad y su actitud bipolar. A donde este caso de diván nos dictó, ahí fuimos. Desenrollamos el foque, nos pusimos al través o aleta, y caminamos plácidamente a la vertiginosa velocidad de entre 3 y 5 nudos. Izar la mayor estaba fuera de la cuestión porque requiere una cierta cantidad de trabajo que cuesta justificar para navegar unas pocas millas.

La rutina de a bordo durante esos días fue tranquila: navegamos 2 o 3 horas por día, tiramos el ancla en alguna ensenada con protección contra el viento esperado para esa noche, nadamos, disfrutamos. El viento y el foque, una combinación versátil cuando uno tiene el tiempo y la oportunidad, nos dieron esa comodidad itinerante que tanto contrasta con la comodidad sedentaria que disfrutamos el mes pasado en Man-O-War y Hope Town.
Pelican Cay con el Océano Atlántico atrás
Marsh Harbour, Archers Cay, Red Bay, Tavern Cay, Pelican Cay, Sandy Cay, Tilloo Cay, Lynyard Cay, todos ellos nos vieron pasar y anclar. En Marsh Harbour, el menos atractivo de los destinos, fuimos al súper y a la ferretería. Todos los otros lugares nos dieron playas, arrecifes y aguas cristalinas.
Atardecer en Archers Cay
En Red Bay el viento fuerte que esperábamos para esa noche vino antes de lo anticipado y tuvimos que levantar el ancla a las apuradas. Los 25 nudos de viento que soplaban del norte nos llevaban contra una costa de piedra, iron shore (costa de hierro), como le dicen acá en las Bahamas. Con foque desenrollado y el viento en la aleta nos fuimos con el rabo entre las patas de vuelta a Marsh Harbour, a donde nos protegimos del iracundo Eolo. Ese día vimos al Mar de Ábaco como nunca lo habíamos visto: olas de 1 metro cada 3 o 4 segundos, miles de partículas de agua desprendiéndose de las crestas de las olas, nubes grises y negras con el ceño fruncido y escupiendo babas descontroladamente. El sector infantil expresó alguna preocupación y ligero mareo mientras el capitán timoneaba con su infame sonrisa sobradora plasmada en el semblante. La oficial de aprovisionamiento y todo aquello que el capitán es muy vago para hacer estaba seria mas no tensa. El Taia caminó tranquilo, inmune a los avatares de este pequeño mar de aguas tranquilas.
Pelican Cay
El arrecife frente a Sandy Cay es el más conocido del Mar de Ábaco. Un día nos anclamos en Pelican Cay y con el gomón fuimos a Sandy Cay munidos de máscara, snorkel y aletas. El cayo no parece gran cosa, pero apenas uno se sumerge descubre un arrecife que parece una ciudad para vida submarina. Corales, peces, moluscos, de todo. Hasta un tiburón! Nadé tras ese tiburón cual turista para tratar de sacarle la foto de su mejor ángulo, pero el tiburón prefirió mantener su distancia y solo lo pude fotografiar desde arriba y atrás.
Tiburón en Sandy Cay
Mientras deambulábamos con el viento y el foque, prestábamos atención al pronóstico del clima para cruzar las 55 millas de Océano Atlántico entre el Mar de Ábaco y Eleuthera, la isla que marca el extremo noreste de Exuma Sound. El archipiélago de las Exumas es nuestro próximo destino, una hilera de islas que se extiende unas 110 millas náuticas de norte a sur. Todavía no hemos llegado, pero ya dejamos atrás esas 55 millas de océano.

Nos anclamos frente a Lynyard Cay, el cayo en el extremo sur del Mar de Ábaco, y a la mañana siguiente apuntamos la proa hacia el sur. Tuvimos la mejor navegación oceánica de las pocas que hemos hecho. Fueron 11 horas excelentes, ciñendo bajo foque y mayor todo el tiempo, con olas de 1,5 metros espaciadas cada 8 o 10 segundos. Al final del día tiramos el ancla en Royal Island. Ahora estamos esperando a que el viento se calme y vire más al norte para navegar las 45 millas que restan para llegar a las Exumas.
Llegamos a Royal Island!
El viento no parece decidirse a virar hacia el norte. Nosotros, que preferimos no enfrentarlo más de lo estrictamente necesario, hemos decidido darle su tiempo y espacio. Vamos a pasar los próximos 3 o 4 días en Spanish Wells, un pequeño pueblo pesquero que dista 6 millas de Royal Island.


Y como dato interesante quisiera dejar sentado que el 27/Marzo, dentro de 2 días, cumplo 41 años.

4 comentarios:

  1. Muy bueno, me encanta tú narración, que lindos lugares, que linda experiencia. Cuidense. Bs

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  2. Espectacular historia!! Y muy poeticamenre redactada! Abrazos a todos!

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  3. Gracias, Caro y Fer! Nos vemos en poquitos meses :-)

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  4. Er, cada vez escribís con más estilo, sos groso!

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